miércoles, agosto 03, 2005

Perra Vida / 6

Rock & Roll

He vuelto al Rock. Como un hijo descarriado que un buen día decide volver a la casa donde nació. Y quizá porque me iba haciendo falta perder de vista las enternecedoras y gastadas líneas melódicas de la música enlatada. Quizá porque el Rock es lo único que me despierta los sentidos ante el panorama que se avecinaa la vuelta de la esquina. Abandonado a mi suerte musical tanto como a otras suertes, al final es el Rock la respuesta que me llena: El Rock, radical en apariencia, aunque sincero al final. Bruto y rabioso Rock, melancólico Rock, desarraigado Rock, simple Rock, repetitivo Rock, Rock, Rock. Eternamente Rock.

Me compensa el equilibrio que me inyecta ante un estado de ánimo en plena ebullición, lleno de odio hacia lo injusto, mirando a la cara a lo que de verdad distorsiona. Cansado de aceptar cada día el abuso y la decepción. Harto de ir vestido siempre de un punto de vista políticamente correcto, es ahora cuando ansío sinceridad para dar y tomar.

Es ahora cuando necesito lo esencial y lo vital que ofrece el Rock. Letras y guitarras llenas de dolor, llenas de rabia y con la necesidad de decir las verdades a gritos, desde lo más profundo del ser humano. Desde la esencia misma de la vida. Rock de rebeldía. Y es ahora cuando he decidido que no me conformo con lo que “me den”. Que serán mis decisiones, pero sólo ellas, las que me den una forma de vivir tal y como quiero. No me conformo con ver pasar el tren y pensar que mañana, a la misma hora, de la misma manera, volverá a pasar el mismo tren por la misma puta estación. Como no me conformo con el hambre, la pobreza, la guerra preventiva, ni tampoco soporto la existencia del segundo, tercer y cuarto mundo. Porque contra todas esas cosas que me producen úlceras sangrantes hay, y siempre habrá, un Rock. Un Rock duro, un buen Rock que denuncia, que clama al viento porque hay alguien que sufre el devastador efecto de la vulnerabilidad en propia piel.

Y es que, como nos recuerda el Sabina más Sabiniano, “Es mentira que ha muerto el Rock&Roll”. Y no morirá nunca porque la vida del Rock no tiene fecha de caducidad. No, desde luego, si queda algo por lo que luchar, no mientras quede un solo corazón con ansias de gritar.
La percepción es el resultado de la coordenada exacta desde la que observas el mundo más la dosis de anteojos que te pongas sobre la nariz. Cansado de lo políticamente correcto y masticado, y jarto de que me ofrezcan todo como si fuese evidente, negando la oportunidad del hombre para replantearse el mundo al margen del Estado del Bienestar, me propongo retomar viejas costumbres a través de una actitud emborrachada en el Rock más visceral y más sensato. Quiero ver el mundo a través de los cristales tintados del Rock&Roll. Como el ilusionado chaval que un día llega a casa para decir: ¡Papá!, ¡Mamá! ¡¡Quiero ser buen Rock&Roll!!

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