viernes, abril 29, 2005

Perra Vida /4

Todo era mentira

Esta misma mañana, mientras el calor apretaba jodiendo a la mitad de los madrileños que no escucharon las noticias, estuve en Madrid grabando parte de un reportaje sobre una compañera periodista que estudia en mi facultad y que es invidente. Pero bueno, de ella os hablaré en otro relato...

El caso es que cuando ya volvía hacia casa, subí al metro en la estación de Plaza de España y, casi como el que se da de bruces con algo insólito, me topé con un individuo de vestimenta particular. Nada menos, aunque sé que no os resultará tan insólito, que un tipo de mediana edad, con bigote fino y a tientas canoso, de tez morena y tostada por el sol y ojos oscuros aunque con un brillo especial. De no ser por su vestimenta, cualquier viajero como yo hubiese hecho pasar inadvertido al susodicho sujeto. Sin embargo, una guitarra enfundada y apoyada en el suelo justo delante de él, que agarraba con la firmeza de un náufrago a la deriva, y un traje de mejicano al uso, con gorro incluido, tachuelas doradas en las solapas y en los costados del pantalón, además de unas botas negras y brillantes terminadas en punta, hacían de él una nota de color, evidentemente forastera, en el metro de Madrid.

Me moría de ganas por compartir unas palabras con aquél tipo. Por hablar con él sobre su vida, por saber que extraño motivo le trajo hasta Madrid. Más quizá, por saber qué otro extraño motivo le invitaba a llevar esa indumentaria tan carácterística de un país hermano como es Méjico, sin encontrarse allí. Sin embargo, no pude más que mirarlo y escrutarlo con mis ojos atónitos de gilipollas mientras él me hacía un hueco en donde poder quedarme para continuar el viaje de pie. Tuve una sensación de asombro al principio y de absurdo después. Llegamos a la siguiente estación, Príncipe Pío, el lugar donde tenía que bajarme. Y salí apesadumbrado, como los niños en los parques cuando tienen que volver a casa porque es la hora de cenar. Con la sensación de haber perdido una oportunidad por conocer algo que me asombró. Sin embargo, esa sensación se me convirtió en angustia cuando empecé a pensar y a tratar de sacar alguna conclusión con mi pensamiento de ciudadano occidental-gilipollas-integral. Y es que, no nos engañemos, posibilidades hay muchas, tantas como quiera ofrecerme mi imaginación... porque quizá nunca pueda exactamente saber qué hacía aquel hombre, en aquel vagón de aquel mediodía de calor cabrón, en Madrid.
Y es que posiblemente, a aquél hombre no le hacía ni puta la gracia tener que vestirse así, como el que va de folclórico por la vida. Quizá el único motivo por el que iba vestido de esa manera, pese al cariño que tenga hacia su tierra y el profundo respeto que supone una tradición cultural, sea la puta necesidad, que obliga. Puede que ésa sea la única manera de sacar para vivir que ese hombre ha encontrado. Posiblemente, un hombre jodido y engañado, que pensó que en España iba a encontrar eldorado donde habita el progreso. Donde su familia no pasaría más estrecheces y donde conseguir unos pocos euros que le dejen volver de nuevo a casa, para un retiro merecido y una vejez más digna. Un hombre, como tantos, que despierta con el alba y se viste por los pies para salir a la calle y bañarse con el sol de la mañana. Que se disfraza de güey, guitarra en mano, para ganarse el pan de cada día, que es la única verdad que tiene en mente. Porque todo lo demás, era mentira.

Saludos desde el túnel,

En Madrid, calor cabrón,

Marcos Calvo

miércoles, abril 27, 2005

Perra Vida /3

JASJ (Jóvenes Aunque Sobradamente Jodidos)

No sé si ustedes lo recuerdan pero, tristemente, yo sí.

Hace varios años, y hablo de aquellos tiempos en que yo era un jovencito imberbe y sobradamente preparado para recibir, posiblemente, mi primera explosión primaveral de hormonas, se dio en España un fenómeno que tenía mucho que ver con los jóvenes y jóvenas del momento: el Fenómeno JASP. En este puto acrónimo se escondió toda la parafernalia de una campaña publicitaria que degeneró en todo un acontecimiento social y que, al final, sirvió para darle su nombre a un modelo de coche muy propio de la época.

Para los que aún se acuerden de lo que significaban esas malditas siglas, que consiguieron mantener en vilo a media España, les será familiar aquello de “JÓVENES, AUNQUE SOBRADAMENTE PREPARADOS”... y es que en ese acrónimo cabrón, con sonido de escupitajo, se escondían muchas sopresas y mensajes que, hoy por hoy, tienen más que ver con el Efecto “Peter Pan” (es decir, en casa hasta los 40... como en Nunca Jamás...) que con lo que se pretendió en su momento.

El JASP, al fin y al cabo, venía a ser una especie de alegato a la juventud española, un desafío para todos aquellos jóvenes que se las creían genuinos y que, de un momento a otro, saltarían a la independencia y a la libertad como calimero al salir del cascarón. Y dando saltos, porque aquí "va arder troya". Con dos cojones: “Que yo soy joven, y vengo ya de vuelta, y como me las sé todas...porque lo leí todo en los libros... pues me voy a jugar los cuartos sin complejos... con el mundo por montera”. Y JASP por aquí, y JASP por allí... y venga, “dale duro, Manolo que vienen pisando fuerte los capullos éstos..., que tú y yo, con 50 tacos nos vamos a la puta calle como renueven plantilla” “Que los jóvenes vienen con los tiempos” “Bla-Bla-Bla-Bla-Bla...”

El caso es que la maldita campaña dio por culo hasta en la sopa. Y al final, no fue pa tanto. Porque los jóvenes de entonces siguen siendo, muy a nuestro pesar, jovenes y precarios en estos momentos. Quizá después de todo, hayan conseguido un puesto de trabajo en la empresa en la que han estado como becarios más de 3 ó 4 años... y han conseguido diplomarse en la beca de las fotocopias y la logística del café de máquina para el capullo-jefe de turno. Y hasta es posible que alguno tuviese un golpe de suerte y consiguiese hacerse con el puesto mucho antes de lo que esperaba. Sin embargo, el tiempo y cuatro hijosdeputa han conseguido que, sobretodo para los jóvenes, vivir sea cada vez más complicado. Y no pretendo con esto hacer un canto al victimismo juvenil, pero las cosas, pese a todo, eran más fáciles para los jóvenes de antes que para los de ahora. Estoy de acuerdo con que es mucho lo que ha cambiado la sociedad española y la juventud en escasos 30 años. Quizá hemos ganado muchos privilegios y nos hemos orientado hacia nuevos retos que antes ni podíamos plantearnos, pero no me queda muy claro si, de veras, hemos salido ganando con el cambio.

En cualquier caso, y a modo de referencia, me gustaría dejaros algunas de las posibles alternativas al JASP de entonces que he podido encontrar por internet y, en cualquier caso, también una reflexión acerca del famoso JASP hecho por los jóvenes contemporáneos que lo vivieron.

J.A.S.P.: Joven Aunque Sumamente Puteado.
J.A.S.P.: Jamás Anchoas Sin Pan.
J.A.S.P.: Joder Aún Sigo en Primero.
J.A.S.P.: Joder Aunque Sea Poco.
J.A.S.P.: Jodido Aunque Sólo Parcialmente.
J.A.S.P.: Jodidos y Ademas Sin Pelas.
J.A.S.P.: Joven Aunque Seguramente en Paro.
J.A.S.P.: Joven Aunque Subnormal Profundo.
J.A.S.P.: Jubilados Aunque Sin Pensión.
J.A.S.P.: Julio, Agosto y Septiembre Puteado.


http://www.asturlinux.org/comunidad/node/view/515

Saludos desde la caverna,

Marcos Calvo

sábado, abril 09, 2005

Perra Vida /2

Sueños de ti

Hay noticias que son capaces de partirte el alma en dos. Yo recibí una de esas hace algunos días. Perra vida no podía ser lo mismo si no me acordase, al menos circunstancialmente, de lo que conlleva en sí estar vivo: la inevitable llegada de la muerte. Y es ahí donde la conciencia me muerde: cuando pienso en cuanta gente ha muerto o morirá ante mis ojos, irremediablemente. Aunque sepa que les echaré de menos, y me joda, como una puñalada, no poder tenerlos cerca.

Y es que la muerte alcanza todos los rincones. Por mucho que pensemos que es una estación que queda lejos, no siempre es así. Su más reveladora característica es lo imprevisible de su llegada. Vemos constantemente cómo muere gente en millones de circunstancias, y nos hemos hecho como inmunes a la presencia de la temida guadaña, pero la cosa cambia cuando te pilla cerca. Cuando te pincha en hueso. Cuando se trata de tu gente. Cuando es tu piel la que se eriza porque, ingenuamente, no esperabas tan pronto esa noticia. En todo caso, tampoco creo que sea un pensamiento original ni novedoso. Quizá es la certeza de guardar esos sentimientos, lo que me invita a expresarlos y a compartirlos.

Son muchos los recuerdos que me atan con alguien que ya no está. Y aunque soy aún muy joven como para empezar a mirar atrás, a veces me encuentro con mis propios fantasmas, siempre buenos, eso sí: he de reconocerlo. Como reconozco que me hicieron crecer, hacerme fuerte. Su muerte, en su momento, me hizo apretar los dientes o pudo hacerme llorar desconsoladamente. Igual que su existencia me pudo hacer feliz. Su marcha, también se convirtió en la prueba de su existencia, y de la mía.

Fantasmas, sin embargo, que no pretendo ahuyentar de mi vera, ni tampoco esconderlos en un cajón para no abrirlo nunca. Quizá es todo lo contrario. Prefiero que me salten a la cara, para no olvidar que ellos, pese a que no están, no deben dejar nunca de permancer presentes. Una foto, un triste papel, una nota garrapateada en algún libro, un regalo que lleva consigo el polvo de mucha solera, una frase, un refrán típico, una sonrisa o un simple recuerdo. Cosas como esas hacen que se te revolucione el sueño y te devuelven cierto escozor de cordura aliñada de tristeza. Cosas que no podrás olvidar nunca. Mejor así, diría yo, para tenerlas siempre cerca.

La ausencia, maldita ausencia, que te separa durante unos segundos del vertiginoso mundo en que vivimos. Bendita ausencia, para volver a hacerte niño y recordarles tal y como tu creíste siempre que fueron. Siempre estuvieron ahí, aunque no pudieses verlos. Aunque no tengas necesariamente creencias religiosas muy profundas, como es mi caso. Se trata de ti. De ti con ellos. De ti contigo mismo y de su ausencia. De lo que ya no podrás ser junto a tu abuelo/a. La imposibilidad de compartir con ese amigo, que ya no está, más que en tus recuerdos.

Pero quizá, esa es toda la herencia que te dejan: Un valioso cúmulo de recuerdos. Exclusivos recuerdos para ti: netamente tuyos. Para que puedas sonreir cuando regresen. Para que no pierdan sabor, olor, frescura. Y que así, sigan devolviéndote el momento. Que no dejes de tenerlos nunca, porque sólo así seguirán vivos en tus sueños. Sueños de ti. De ti, contigo mismo, y siempre con ellos.

A los que ya no están.
Y a Nico, por ser grande, y porque mañana lo será más.

Desde la caverna,

Marcos Calvo

viernes, abril 08, 2005

Perra Vida /1

Tras la barra... un escenario

El bar: la cuna vitalicia de este pais. Un lugar de encuentro donde nunca importa el tiempo. El segundo hogar del ciudadano medio... donde no tienes que barrer, ni fregar vasos y te sirven la cerveza fresquita sin rechistar ni hacer aspavientos, aunque te cobren... eso sí!

Culturalmente, el bar es un fenómeno social. No hay nada más común a todos los rincones del estado: No importa que se hable en otro idioma, no importa que las tapas sean distintas, sean más caras, o no sean (porque los hay agarraos de cojones). El caso es que un bar, es lo mismo en todas partes. Con su barra, con su camarero correspondiente... tampoco importa si te mira mejor o peor, si tiene cara de huraño o si te mira de mala leche porque lleva el día jodido... a cada cerdo le toca su camarero... y, si te toca el huraño, te jodes... porque no hay vuelta atrás.

También creo que cada bar tiene su olor característico: unos no pueden remediar rezumar a viejo, otros huelen a fritanga revenida, otros no más que a humo, adosado a cada palmo en sus paredes. Algunos huelen a local re-realquilado, a marisco de saldo, a ajax pino de suelo recien fregado... entre otros muchos olores, pero todos tienen algo de la clientela que los frecuenta, que deja allí su impronta como firma de su propia existencia.

Es así como el bar, el garito, el antro, el local, la taberna, la tasca o la cafetería, se van haciendo a sí mismos. Por mucho que reformes el local, el bar es su clientela.

Desde hace años he podido comprobar lo que es estar a un lado y otro de la barra. Y, después del tiempo, aún hoy detrás de ella los fines de semana pa sacarse unas pelillas... que la vida está muy cara y ya no hay paga..., he podido darme cuenta de lo que se aprende detrás de “la barrera”, aunque a cambio te toque currar mucho.

Yo soy carne de tasca, lo reconozco. Me gusta el bar porque me gusta mucho el café: soy un adicto. Y los que me conocen, saben perfectamente que será más fácil pillarme tomado café en un bar, que de copas en una discoteca por mucha hora feliz que me propongan. Y soy de los que acude a la taberna a encontrarse con amigos, a la charla; a dejar el café frío mientras converso, discuto, cuento o leo cualquier cosa que haya en mis manos. No importa si estoy sólo; mejor, acompañado. Pero, si de café se trata, bien bueno y con tabaco. No puedo remediarlo.

El caso es que hace poco volví a escuchar esa canción de Platero (o de Fito, no sé muy bien...) que decía aquello de “Tras-la ba-rra del bar, u-na vi-da se-va...” y he de decir que tengo motivos para no estar de acuerdo con ello. O, por lo menos, no sin completar la frase con algo como: “...mu-chas vi-das verás”.

Y es que han sido muchas las cosas que me han pasado detrás del tendido, tirando cañas, sirviendo cafés, poniendo orujos a las 6 de la mañana, cascando martinis o abriendo cocacolas a mansalva. Y pintxo va y tapa viene... Y jódele, que al “mindundi” no le van las aliolis...pues habrá que ponerle otra cosa... porque el cliente nos ha salio finolis.

Muchas cosas como digo, buenas y malas, me han pasado mientras curraba de camareta. Algunas de ellas ya muy lejos, pero inolvidables. Desde los 15 años aprendiendo a lidiar con los de afuera en un bar que abrieron mis padres en el pueblo. Con viejos que hoy no están, porque ya han muerto. Con ellos jugaba al chinchón en las horas muertas, mientras chato a chato (porque lo de chatear, significaba otra cosa hace unos años...) te contaban lo jodidos que habían estao cuando la guerra, el hambre que pasaron a pesar de jartarse de trabajar bajo el puto sol extremeño. Alguno de ellos, incluso, llegó a hablarme de antepasados míos que conocieron y me contaron historias propias del pueblo. También se quejaban de lo hijosdeputa que eran los hijos que parieron sus difuntas esposas, “porque los cabrones” –decían-, “cambiaban las vacaciones en el pueblo por irse a Benidorm...” y al yayo que le jodan, que siempre está diciendo las mismas tonterías.

Y luego mis marujas, las del café a las cuatro... puntuales como brujas, pero encantadoras. Les chiflaba que les pusiese en aquel viejo cassette la puta cinta de boleros de Luis Miguel que, acabado el verano, tire a la basura con todas mis ganas. Eran mis arpías favoritas. Mientras ponía aquellos cafés, me conferían aduladores piropos, propios de las que son madres y a la vez suegras...Mucho ojo: al final son las peores. Una vez puesto el café, dedicaban la tarde a cotorrear, poner verdes a sus maridos, presumir de sus hijas/os y criticar a sus (futuros) yernos/nueras. Interesante, verdad?

Después de aquel verano y pasadas las fiestas, cerramos el bar. Sin embargo, bastante tiempo después volví a trabajar de camarero: esta vez en una gran cafetería y durante el verano. Pero de eso, hablaré más adelante. Hoy me quedo con la idea de que detrás de la barra, lo que hay es un escenario. Un lugar donde la gente es, casi, como es. Desde donde puedes ver tanto, que muchos ni se lo imaginan. Porque si realmente lo supiesen... no sería lo mismo. Un lugar privilegiado que te deja aprender del resto de la gente. Que te da licencia suficiente como para entender algo más de cómo somos. Porque, al final, detrás de cada actor, hay una historia deseando ser contada, un monólogo esperando a ser oído, un hombre/mujer que muere por ser escuchado/a. Y si no lo crees así, piénsa en ello cuando veas a alguien sólo, acodado en una barra.

Desde la caverna,

A Nico, para que no pierdas nunca la sonrisa,

Marcos Calvo

martes, abril 05, 2005

Perra Vida

Es curioso cómo a veces te sorprendes a ti mismo y te descubres recordando cosas vividas que, en su momento, no tuvieron ninguna importancia.
Sin embargo, de repente vuelven a ti, propinándote un latigazo en las pestañas y devolviéndote un pedazo de cordura con la que ya no contabas. Y así es como empieza perra vida.

Perra Vida es una serie de relatos que me he tomado la osadía de escribir (algunos sólo son, hoy por hoy, materia gris...), porque me sale de los güebos, y quizá porque ando un poco harto de leer cada mañana los mismos periódicos con las mismas noticias de los mismos temas. Además, hace tanto tiempo que no escribo, que la mitad de mi cerebro se está poniendo amarilla... y estoy seguro que meteré, entre tanta letra, más de una patada al María Moliner... para lo cual, les pido ayuda, atención y collejas... si de cagarla se trata, yo seré el namber guan, pero corríjanme, que pa eso estamos!

Y como no quiero más que lo que me apetece, hoy, quién sabe si mañana, me apetece escribir... que lo mismo mañana se me pasa... y me da por el saxofón, pero hasta entoces...escribiré hasta que me jarte de darle a las teclas y me salgan escaras en el culo de tanto tiempo en ele sobre esta puta silla.

No es más que perra vida: hablar de lo que ven mis ojos de escritor frustrado y pensar con la medida de mis sueños, como periodista de almidón hasta las cejas. Lo mismo, se me escapará algún verso pero, será una errata... haré como si no me diera cuenta.

Al final, me tomo la molestia de brindarles un trozo de lo que fue siempre mío: mis letras, mi intimidad, mis tachones... y alguna que otra historia que me guardo, por si se quedan sin postre.

Para que no se pierdan, cada uno de los capítulos de Perra Vida vendrán presentados como tal... y, si me acuerdo, haré lo posible por enumerar o fechar cada registro... pero déjenme advertirles: no les prometo nada.

No olviden enviarme una postal, no importa si la franquean en destino. Si llegarón hasta aquí, merecerá la pena pagarlo.

Saludos desde la cueva,

Marcos Calvo

http://perravida-marcoscalvo.blogspot.com
http://marcos-calvo.blogspot.com