jueves, abril 12, 2007

24 a media noche

A menudo, necesitas de una poderosa razón para cambiar el camino y desandar los pasos que te llevaron hasta aquí. Sin embargo, otras veces, es simplemente un guiño, una brisa sin más, una impresión la que arrastra tus pasos y desorienta la brújula de babor a estribor. Y eso ha sido este año. Un cúmulo de idas y venidas, un desorden de situaciones inconexas y, a veces, sin un sentido propio al que poder adherir una justificación que no se pareciera más a un "porque sí": a un devenir. Y para mí, ha sido éste un devenir inevitable.




Hoy son ya 24. No son muchos, es cierto, pero ya son unos cuantos. Y, a decir verdad, he notado algunas cosas entretanto. No soy el mismo, claro... ¡Qué bobada! Ni es eso lo que pretendo, porque sería absurdo. Pero sí que me han quedado en la retina algunos blancos, algunas cunetas en el camino que dejé por no saber, por no querer, o por no poder mirar de frente y tirar pa´lante.


Me he descubierto, a lo largo y ancho, en ocasiones débil. Y he perdido parte de esa frescura que da la inocencia, o más bien la inconsciencia, ¡qué sé yo!, se trata de algo que no puedes explicar y que deja que vueles sin descanso. Me he descubierto en otras indeciso y hasta impotente, por no saber qué hacer, o qué decir en el momento en que era necesario (o adecuado) saber decir la frase que acompaña de forma idónea a ese momento crítico, duro, difícil.


Y me he descubierto, en parte, más retraído, más sincero conmigo mismo, pero quizá menos con el mundo que me circunda. No siempre he sabido entretejer lo que se espera de mí con lo que he dado. Y, de la misma forma, me he metido en un traje más correcto, quizá menos impulsivo de lo que fui hasta entonces, menos tajante y mucho más reflexivo. Pensar te hace callar, o te obliga a hacerlo. Al menos es así como lo siento y como me he visto. Ahora busco más el sol, y menos la luna. Me guardo un minutito en mis adentros. Sigo esperándote para verte desnuda, aunque no siempre, y eso lo reconozco, te esperaba despierto.


Y así como me he descubierto más humano, teniendo en cuenta que nunca fui ni quise ser perfecto, he podido aprender mucho de las limitaciones. Quizá porque analizo en mí cuanto me pasa, sin llegar a ser obsesivo ni extremadamente analítico, sólo intentando conocerme más, por fuera y por dentro. Limitaciones que no son sino fragmentos que dan a relucir mis cosas buenas y mis cosas no tan buenas. Convirtiéndolas en pistas que persigue un sabueso, aprendiz de periodista, de color verde pistacho.


Pero no todo lo que ha cambiado se traduce en algo malo o, porque tenga un año más, me sienta especialmente de otra manera. Escucho más, puede que hable un poco menos (sic). Me da por trasnochar si hay mejor cartel en la espesura que en el cine de las sábanas blancas. Me sobran varios kilos, que compruebo en la estrechez de mis vaqueros. Disfruto del minuto, o eso intento, sin pensar en qué pasará en los tres minutos siguientes. Aguanto más presión, o es que aprendí a sofocar los fuegos. Me gusto bastante más, aunque se me conozca un poco menos. Soy menos previsible, o eso creo. Y me atrevo a discutir conmigo mismo lo que enrarece el ambiente o no me cuadra, total, si al final se trata de ponerme de acuerdo... conmigo mismo.


Es cierto que ahora tengo algunos miedos, inéditos en el que era hace algún tiempo. Ya son otros los objetivos, otras las necesidades y, cómo no, otros los problemas a los que me enfrento. Tengo herramientas sí, pero cambian casi a diario, y eso obliga a adaptarse, a asumir retos. Reto diario, que no siempre es victoria. Retos a largo plazo, a veces sine die. Y otras las esperanzas, también es cierto.


Y, sin embargo, yo siento la balanza equilibrada: este año se llevó, más o menos, tanto como me deja de equipaje. Y no puedo negar que tengo más de lo que necesito y de lo que esperaba. Seguir andando es ahora la premisa, aunque intentaré disfrutar un poco más de las vistas, de lo que da el paisaje. Aprender es el camino, sin él no hay nada interesante.


Al fin y al cabo... cuento con la botella medio llena. Siempre la he visto así, es ése mi carácter. Brindo contigo, que estás leyendo estas líneas, para que vuelvas pronto, aunque estés de viaje.


Un abrazo,

lunes, abril 02, 2007

Firmamento

Hoy no tengo muchas ganas de escribir,
quizá por eso, prefiero hablar bajito.
Y a lo lejos, os dejo un pequeño trozo del alma,
para que me lo guarden... férreamente,
de cualquier suerte de vientos y soflamas.



Al alba, conviene mirar siempre al firmamento,
Si no, se pierde uno en el papel lo más genial.
Eso que el sol nos deja usar sin poner precio:
La luz que me ilumina tu mirar... y el firmamento.


Mr. weakness,

domingo, marzo 25, 2007

¿Y despertar?


Desandar es pensar algo dos veces...
Describir es soñar medio despierto.
Descartar es un error que no mereces.
Deshojar es vivir siempre de lejos.

¿Y despertar?

Despertar es querer, a pesar de todo, empezar de nuevo.

viernes, marzo 02, 2007

Weakness II (… y un alma que no vuela)

El sonido se desploma y se hace hueco
Y no sabe volver de nuevo al nido,
Despierta y se diluye en la espesura:
Como un eco fugaz, muriendo (de)ruido

No siento ese sonido: no lo siento.
No sé volar sin más, sin movimiento.
Sin azotar las alas que me agitan,
Sin apretar los dientes contra el viento.

Y siento como me flaquean las piernas
Ya no tengo esas alas, que eran mías…
Me veo detrás de un sol que nunca espera
Ya no cambio quimeras por caricias.

Y no poder, es mucho más que un quiero
Y no querer, es menos que un lo siento…
Pero yo sé muy bien lo que arde dentro,
Y dentro no hay cenizas ya, ni fuego.


¿Qué hacer si amanecer no me consuela?
Si siento que latir ya no es bastante…
¿Qué hacer con la losa de la experiencia?
Que logra colocarme en un estante…

Quisiera estar seguro, tantas veces
y que no esperes nada de mi parte.
Quisiera no sentirme tan valiente
Cuando salgo a la calle tratando de encontrarte

Esperas más de mí, quizá lo que no tengo
Me invitas a volar, y yo no puedo.
No puedo despertarme así, prendido.
No sé muy bien porqué, pero no puedo.

Y no poder, es mucho más que un quiero
Y no querer, es menos que un lo siento…
Y no poder gritar en mis adentros,
Que estoy siempre más lejos y más lejos.

Encajo la verdad en mitad de un suspiro.
Y no puedo negar que algo se rompe
No sé encajar un puzzle con tus ojos
Quizá no sé donde está el horizonte.

Alumbro la mitad, y el sol está tan lejos.
No puedo contestar a todas las preguntas
La luz, de aquel París, me hizo más viejo.
O, al menos, es así… tal y como me siento.

He perdido ese tren, en el que me esperabas.
Vagones sin andén, estación sin pasajeros
Deambulando sin fe, destination: anywhere
Vivo en una maleta made of weakness
que no perteneció a ningún viajero.

Y no poder, es mucho más que un quiero
Y no querer, es menos que un lo siento…
Y no poder decirte, mirándome a los ojos,
Quieta y sencillamente, que no puedo.

Made of weakness,
como la debilidad que arde dentro sin saber porqué.